KAN KAN, EL SUSURRO DE LA PALMA

Los susurros del Kan-Kan pueden durar más de 400 años. Hace 30 millones de años atrás, en un planeta que poco podemos concebir, se erigían unas plantas prehistóricas que pueden alcanzar más de cuatro siglos de vida. De relevancia biogeográfica y dispersa en grupos por toda la zona centro de Chile, la palma chilena (Jubaea chilensis), palmera de coquitos o kan-kan, (agua-agua en voz quechua), persiste creciendo en climas mediterráneos, destacándose entre la vegetación esclerófila característica de la región de Valparaíso.

La zona del Gran Valparaíso alberga la tercera población más grande de palmas chilenas del país y son parte del corredor biológico y Reserva de la Biósfera La Campaña-Peñuelas (UNESCO), considerado un hotspot de biodiversidad dada la cantidad de endemismo que alberga su ecosistema mediterráneo.

“Kan Kan, el susurro de la Palma” es una muestra colectiva liderada por la artista visual Ximena Bórquez que nace a partir de su búsqueda del sonido que hacen estas plantas en su interacción con el viento. Durante diez salidas a terreno en los palmares de Ocoa, El Salto y Cabritería, se desarrollaron procesos de investigación y exploración situados. Acceder a los palmares fue abrirse a la posibilidad de andar por senderos creativos inesperados, porque las experimentaciones en torno a la naturaleza se tienden a escurrir del raciocinio humano.

La propuesta colectiva, que se basó en exploraciones geosensoriales, concluyó en una conversación de múltiples obras gráfica-sensoriales, a cargo de Ximena Bórquez; una producción audiovisual documental de Emilia Simonetti y grabación de paisaje sonoro, por Fernando Godoy. Las obras emergen de la interacción constante del cuerpo-mente con la materia y el paisaje; una conexión gestual que precede a la necesidad de “vaciarse” para conectarse. Así, desde la interconectividad de sentir y pensar, Ximena logra una comunicación con la palma, poniéndose a disposición de sus tiempos de quietud y lentitud. “Leer con tus dedos, leer con tu cuerpo o razonar con la sensibilidad de tu cuerpo, de tus pies. Es la interconectividad de sentir y pensar. No se pueden separar. El sentir y el pensar están juntos, es el sentipensante”, escribe Elvira Espejo Ayca, en YANAC UYWAÑA. La crianza mutua de las artes (2022).

Desde la interconectividad de sentir y pensar, donde la materialidad se trabaja desde lo sensorial y lo físico, Ximena logra la comunicación con la palma poniéndose a disposición de los tiempos de quietud y lentitud. Tocar, oler, mirar y escuchar fueron parte de las exploraciones geosensoriales. Las obras emergen de la interacción constante del cuerpo-mente con la materia, con el paisaje, con el bosque; desde la comunicación con lo no-humano, desde el rito o estado de éxtasis que propone una relación persona-palma.

Cuatro obras de gran formato con técnicas gráficas, inspiradas en el tronco y hoja perenne de la palma, permiten el diálogo de lo visual con lo sonoro, lo lumínico con el subsuelo, el papel con la tierra, lo abstracto con lo figurativo, en un entramado que se sostiene en la persecución infatigable de la artista por los lenguajes geométricos de la naturaleza.

El paisaje sonoro de esta exposición aparece en el sutil contacto con el papel, mediante un sistema de transducción sonora donde el papel es utilizado como parlante, haciendo audible el sonido. Es la misma materialidad de la hoja la que amplifica el paisaje sonoro, en una relación simbiótica donde lo gráfico y lo sonoro se expresan indivisiblemente en la obra

El paisaje sonoro de esta exposición aparece en el sutil contacto con el papel, mediante un sistema de transducción sonora donde el papel es utilizado como parlante, haciendo audible el sonido. Es la misma materialidad de la hoja la que amplifica el paisaje sonoro, en una relación simbiótica donde lo gráfico y lo sonoro se expresan indivisiblemente en la obra.

La exposición ofrece un acercamiento respetuoso y contemplativo, así como una experiencia multisensorial, hacia la palma chilena desde distintas veredas artísticas; un intento por comprender un poco más sobre esta magnánima especie habitante de esta zona, así como de documentar un fragmento de tiempo que nutra la memoria colectiva, que hable de su enorme belleza y resiliencia.

Parte del trabajo realizado para esta exposición se desplegó en un territorio perdido, que ahora solo existe en forma de recuerdo, en el subterráneo de un mapa trazado en cada memoria. El reciente fuego quemó cerca del 90% del palmar El Salto, uno de los bosques visitados donde brotó material para la presente muestra. Las llamas del infierno dejaron lugares y vidas ausentes, pero no arrebataron el sentir de pertenencia con un territorio.

Pero no solamente es el fuego. Las acciones antrópicas han reducido históricamente su población, tales como su explotación para la producción de miel, la extracción de su semilla para la venta al mercado (el conocido coquito que se vende de manera ilegal), la deforestación y cambios de uso de suelo en la zona central, la urbanización desregularizada y el cambio climático. Esta especie relicta única del sur austral está siendo forzada en su destino prehistórico a sobrevivir en una contemporaneidad amenazante.

“Kan Kan, el susurro de la Palma” también es un viaje-homenaje a la memoria de ese paisaje perdido, donde la palma puede reencarnarse en estos grabados, piezas sonoras, escenas de video, cerámicas; un refugio donde poder escuchar nuevamente sus resilientes cantos de agua.

Petra Harmat Vergara
Comunicadora social y artista.